Por Fernando Castro Borges
La cultura maya siempre nos sorprende. En todo momento tiene algo qué decir; es tan asombrosa que la admiración que se le profesa es genuina. Nunca pasará desapercibida su grandeza. Su gloria es una fuente ilimitada, ya sea en la ciencia, en su cosmovisión, en lo comercial, lo social y el arte. Se ha estudiado por siglos y siempre se encuentran vestigios que corroboran los aportes legados a la humanidad.
Entre las maravillas de la cultura maya está la arquitectura, reconocida mundialmente como la más rica del Nuevo Mundo. Ubicada principalmente en el sureste de México y en Centroamérica, con edificaciones construidas en periodos que abarcaron varios siglos, los cuales se vieron enriquecidos por los avances técnicos adquiridos.
Existen varios ejemplos, de estas bellezas arquitectónicas. Entre las más importantes, una de las 7 maravillas del mundo moderno: Chichen Itzá (800 - 1100 d. C.); también la mundialmente reconocida ciudad de Tikal, Guatemala (600 a. C.); el Templo de las Inscripciones, en Palenque, Chiapas (603 d. C.- 683 d. C.). En Quintana Roo encontramos Kohunlich, Kinichná; el sorprendente castillo de Tulum (564 d. C).
En fechas recientes ha cobrado una relevancia importante Ichkabal, considerada como el gran centro político y la ciudad más importante de los mayas en la península de Yucatán desde el año 1000 antes de Cristo hasta el 320 de nuestra era.
En este virtuoso circuito de zonas arqueológicas mayas encontramos las ruinas arqueológicas de Oxtankah, que aunque es pequeña comparada con otras, es un ejemplo de la grandeza y belleza de esta cultura.
A 7 kilómetros de Chetumal se localiza esta zona arqueológica, donde se puede disfrutar su muy buen mantenimiento; tiene información oportuna para conocer la importancia del asentamiento.
Oxtankah es la zona arqueológica más cercana a Chetumal, rodeado de la selva maya, con vegetación abundante y su cercanía al mar Caribe lo hace un lugar único. Recorrerla es una experiencia que conjuga el aspecto cultural, ambiental y ecológico, además de agudizar todos los sentidos, en armonía, para su pleno disfrute.
En 1937, el investigador Alberto Escalona Ramos denominó Oktankah a esta ciudad maya, que se traduce de tres formas: “tres barrios”, “en medio de tres pueblos” o “lugar rodeado de ramones”.
Las excavaciones recientes muestran que la estructura principal, llamada Plaza de las Abejas, uno de los espacios públicos más importantes de Oxtankah, está rodeada por edificios ceremoniales y residenciales. En el Altar, al centro de la plaza, se localizó una tumba. Estudios establecen que la ciudad fue ocupada del 200 al 600 d. C., aunque fueron ocupadas nuevamente de 900 a 1521.
Después de las primeras incursiones españolas se edificó la capilla del extremo norte, el testimonio más tardío de la historia constructiva de Oxtankah. Este centro ceremonial católico se construyó, posiblemente, a finales del siglo XVI o inicios del XVII.
Inicialmente estuvo cubierto por una sencilla ramada de palma. Actualmente se aprecia la estructura de la ermita, el altar y un espacio inicialmente dedicado a la sacristía, así como la barda atrial y plataformas construidas en el entorno de la construcción católica.
Oxtankah tiene un gran valor, no sólo porque pertenece al circuito arquitectónico prehispánico más importante de la Península de Yucatán, sino porque cuenta en su interior con una de las primeras construcciones católicas en América, además de la belleza natural con la que convivió la cultura maya.
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