Redactor: Sam Torne
A medida que el cannabis se legaliza en más partes del mundo, los dueños de mascotas se preguntan si este producto es seguro para sus compañeros. La respuesta corta es no, pero la situación es más compleja de lo que parece. El cannabis contiene THC, un compuesto psicoactivo que puede ser altamente peligroso para los animales. Sin embargo, algunos productos derivados del cannabis, como los que contienen CBD, pueden tener beneficios médicos para ciertas condiciones en mascotas cuando se administran correctamente.
El cannabis es una planta que puede contener niveles altos de THC, el químico responsable de los efectos psicoactivos. Sin embargo, hay variedades de cannabis, como el cáñamo, que tienen bajos niveles de THC y altos niveles de CBD, un compuesto que no provoca efectos psicoactivos. El CBD ha sido estudiado por sus beneficios terapéuticos tanto en humanos como en animales, especialmente en casos de epilepsia y trastornos de ansiedad. Existen en el mercado varios productos de CBD formulados específicamente para mascotas, que pueden ser seguros cuando se administran bajo supervisión veterinaria.
Los peligros del THC para las mascotas
Uno de los mayores riesgos proviene del consumo accidental de cannabis con alto contenido de THC. Los perros, por ejemplo, son particularmente propensos a ingerir productos que encuentren en casa, como comestibles a base de cannabis (galletas, chocolates o gominolas). Estos productos pueden causar "toxicidad por marihuana" en los animales, una condición potencialmente mortal. Los síntomas incluyen descoordinación, hiperactividad, pupilas dilatadas, vómitos y, en casos graves, convulsiones, coma o asfixia por vómito.
Los estudios han documentado casos de muerte en animales después de ingerir alimentos altamente concentrados con THC. Aunque las muertes son raras, han aumentado en estados donde el cannabis es legal, y los veterinarios ven más casos de intoxicación.
Si sospechas que tu mascota ha ingerido cannabis, es vital que acudas a un veterinario de inmediato. Los tratamientos pueden incluir inducir el vómito, bombear el estómago y administrar carbón activado para reducir la absorción de THC. En casos severos, los veterinarios también pueden suministrar medicamentos para controlar la ansiedad y mantener la función vital del animal.
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