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Max Romeo y la canción que se volvió himno político en las elecciones jamaicanas de 1972

Redactor: Sam Torne 

Max Romeo
Max Romeo

Max Romeo no fue solo un pionero del reggae. Fue, también, un activista con micrófono en mano. Su legado va más allá de los escenarios: transformó sus canciones en consignas políticas, especialmente durante la turbulenta Jamaica de los años 70. Uno de los momentos más emblemáticos de esta unión entre música y política fue en 1972, cuando Romeo compuso «Let the Power Fall on I», una canción que se convirtió en el himno no oficial de la campaña del Partido Nacional del Pueblo (PNP), liderado por Michael Manley. 

 

La canción no solo fue popular; se volvió icónica. Expresaba el deseo de cambio, justicia social y poder para los pobres, resonando profundamente en una población harta de desigualdad. Max Romeo acompañó físicamente al movimiento: recorrió la isla con la caravana electoral del PNP, tocando en eventos multitudinarios y conectando directamente con el pueblo. 

 

Del entusiasmo al desencanto 

Sin embargo, el romance entre Romeo y el PNP no duró para siempre. Aunque Manley ganó las elecciones y promovió una agenda progresista, el tiempo mostró que las promesas no siempre se cumplían. En 1974, Max Romeo lanzó «No Joshua No», una canción crítica hacia el mismo líder que había apoyado. En ella expresaba su frustración por la falta de avances reales para los más pobres y por la creciente violencia política en la isla. 

 

Este giro demuestra que Romeo no era un músico vendido a una ideología. Era un observador crítico que, cuando vio que el sistema fallaba, usó su arte para denunciarlo, incluso si eso significaba enfrentarse al poder que antes había respaldado. 

 

Un legado que aún resuena 

Max Romeo falleció en abril de 2025, a los 80 años, pero su impacto sigue vivo. Fue una figura esencial del reggae roots y una prueba viviente de que la música puede ser más que entretenimiento: puede ser protesta, esperanza, crítica y memoria histórica. «Let the Power Fall on I» sigue siendo un símbolo de cómo una canción puede acompañar una revolución, incluso cuando esta no cumple todo lo que prometió. 

 

En tiempos donde la política se vuelve espectáculo, recordar a figuras como Romeo es vital: artistas que no temieron levantar la voz cuando más hacía falta. 

 

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