Haile Selassie I, nacido como Tafari Makonnen el 23 de julio de 1892 cerca de Harar, Etiopía, es una de las figuras más icónicas y complejas del siglo XX. Su vida y legado trascienden su reinado como Emperador de Etiopía, convirtiéndose también en una figura central para el movimiento Rastafari, donde es venerado como una entidad divina. Este artículo explora su influencia, desde sus logros políticos hasta su deificación por parte de los rastafaris.
Haile Selassie ascendió al poder en 1916 tras deponer a su primo, Lij Yasu, quien había alienado a la población mayoritariamente cristiana de Etiopía al convertirse al Islam. Inicialmente sirviendo como regente, Selassie se convirtió en emperador en 1930, adoptando el nombre Haile Selassie, que significa «Poder de la Trinidad» en amárico.
El reinado de Selassie se caracterizó por importantes esfuerzos de modernización. Introdujo la primera constitución escrita de Etiopía, estableció un banco nacional y mejoró la infraestructura. Sus reformas también incluyeron la expansión de la educación y la atención sanitaria y la promoción de los derechos de las mujeres. A pesar de estos avances, su gobierno no estuvo exento de controversias, enfrentando críticas por tendencias autoritarias y respuestas severas a la disidencia política.
El movimiento Rastafari, que surgió en Jamaica en la década de 1930, considera a Haile Selassie como el mesías que conducirá a la diáspora africana hacia la libertad. Esta creencia fue inspirada en parte por la profecía del activista jamaicano Marcus Garvey, quien instó a sus seguidores a «mirar hacia África cuando un rey negro sea coronado, porque el Día de la Liberación está cerca». El movimiento toma su nombre del título pre-coronación de Selassie, Ras Tafari, y adopta símbolos y colores etíopes.
La coronación de Selassie en 1930 y su linaje, que se afirma desciende del bíblico Rey Salomón y la Reina de Saba, consolidaron su estatus divino entre los rastafaris. Sin embargo, el propio Selassie nunca abrazó esta deificación, manteniéndose como un devoto cristiano.
La influencia de Selassie se extendió más allá de Etiopía. Fue instrumental en el establecimiento de la Organización para la Unidad Africana (ahora Unión Africana), promoviendo la solidaridad e independencia africanas. Su discurso ante la Liga de las Naciones en 1936, apelando por apoyo contra la invasión italiana, sigue siendo uno de los momentos más icónicos en la diplomacia internacional. A pesar de ser en gran medida ignorado por las potencias occidentales, su llamado a la justicia resonó globalmente y reforzó el movimiento panafricano.
Aunque Selassie es celebrado por sus contribuciones a Etiopía y la unidad africana, su reinado enfrentó desafíos significativos. Su incapacidad para abordar la disidencia interna y las disparidades económicas llevó a un creciente descontento. En 1974, un golpe marxista liderado por el Derg lo depuso, y murió en circunstancias misteriosas mientras estaba bajo arresto domiciliario el año siguiente.
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