Redactor: Sam Torne

La espiritualidad Rastafari, conocida por su enfoque en la conexión con la divinidad, la naturaleza y la cultura africana, ha sido históricamente percibida como dominada por figuras masculinas. Sin embargo, las mujeres han desempeñado roles fundamentales tanto en su expansión como en la preservación de sus valores espirituales y sociales. Aunque el movimiento surgió en Jamaica en los años 1930, su desarrollo global ha permitido una mayor visibilización de las voces femeninas dentro de esta espiritualidad.
En la actualidad, las mujeres rastafaris están redefiniendo su papel dentro del movimiento. Organizaciones como la Fundación Empress Menen Asfaw (FEMA) han creado espacios educativos y comunitarios donde las mujeres comparten conocimientos, experiencias y lideran iniciativas de apoyo mutuo. Este tipo de actividades no solo fortalece las redes comunitarias, sino que también visibiliza las contribuciones de las mujeres a la espiritualidad y cultura Rastafari.
En regiones como Hispanoamérica, mujeres Rastafari como Vivian Castañeda, de las 12 Tribus de Israel en Colombia, y Maura Urquiza, de Casa Nyabinghi en México, han liderado iniciativas que combinan la espiritualidad con la educación y el activismo cultural. Estas figuras trabajan en proyectos relacionados con la diáspora africana, el panafricanismo y la preservación de la memoria histórica de los valores Rastafari. Su labor no solo enriquece la comunidad, sino que inspira a nuevas generaciones a profundizar en esta espiritualidad.
El movimiento Rastafari, en su esencia, celebra la unidad y la conexión con lo divino, valores que las mujeres han adoptado y expandido con un enfoque único y enriquecedor. Con una creciente representación y protagonismo, su influencia continúa marcando la espiritualidad Rastafari en todo el mundo.
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