Redactor: Cristal Jiménez

El uso del cannabis y sus componentes, como el cannabidiol (CBD) y el tetrahidrocannabinol (THC), ha sido estudiado por sus posibles beneficios en personas que viven con el VIH. Alrededor de un tercio de las personas que con este virus han usado recientemente marihuana, y hasta el 75% lo han hecho en algún momento de su vida.
Diversas investigaciones sugieren que los cannabinoides pueden ayudar a reducir la inflamación crónica asociada al virus, lo que contribuye a mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Uno de los principales efectos positivos del cannabis en personas con VIH es su capacidad para aliviar síntomas como el dolor neuropático, la pérdida de apetito y las náuseas, lo que puede ser especialmente útil para quienes experimentan efectos adversos debido a la medicación antirretroviral. Además, algunos estudios han señalado que los cannabinoides pueden modular el sistema inmunológico y reducir la activación inmunitaria exacerbada, un factor clave en la progresión del VIH.
Sin embargo, la forma de consumo es un aspecto crucial a considerar. Fumar cannabis puede representar riesgos adicionales, ya que la inhalación de humo puede afectar la salud pulmonar y aumentar la vulnerabilidad a infecciones respiratorias. Por ello, los especialistas recomiendan alternativas más seguras, como los aceites, cápsulas o vaporizadores, que permiten obtener los beneficios terapéuticos del cannabis sin los efectos nocivos del humo.
Estudios sugieren que el uso de cannabis, especialmente por métodos que no impliquen fumar, podría tener efectos beneficiosos en la función inmunológica y de cierta componente antiinflamatoria en personas que viven con el VIH. Sin embargo, todavía faltan evidencias más consistentes al respecto. En dado caso de ser utilizado uso debe ser supervisado por un profesional de la salud para evitar interacciones con los medicamentos y asegurar un consumo adecuado.
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